Sat24Aug2013

Tacos Uruapan: La visión de papá

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Ferron Salniker
Antonio Solorio en la entrada de su taquería Tacos Uruapan en Hayward.
 
El éxito ha sido agridulce para Tacos Uruapan. Se acerca la hora del almuerzo y estoy sentada en una mesa al fondo de la ocupada taquería de Hayward con los dueños, Bertha Solorio y su hijo Antonio. Bertha es una mujer pequeña, viste una playera brillante color magenta, y su cabello negro plateado está recogido hacia atrás con un moño. Antes de finalizar mi primera pregunta, se asoman unas lágrimas a sus ojos cafés. Su historia tiene escrito el sueño americano en todas sus partes: Un esposo y esposa quienes emigraron de México, hacer dinero mediante la venta de carnitas en una camioneta, y quince años más tarde compran un estacionamiento vacío con planes de construir un restaurante. Pero el esposo de Bertha nunca pudo ver Tacos Uruapan como está ahora. Antes de que el proyecto final fuera hecho, murió de cáncer, dejando un estacionamiento, una receta de carnitas, y un sueño en las manos de su esposa y tres hijos.

Bertha y Alejandro se conocieron en Michoacán, México, estado de donde son originarios. Bertha comenta que cuando Alejandro vino a los Estados Unidos tenía $25 en su nombre. Con eso compró una hamburguesa, un mapa, llenó el tanque de gasolina, y le sobró $1.00. ¿“Conoces ese dicho ‘él venderá cualquier cosa bajo el sol?’ Ese era mi papá”, dice Antonio. “Vendió tostadas, tuvo un puesto de frutas, vendía todo lo que podía”. En su pueblo natal, un pequeño pueblo llamado Tanguancicuaro, Alejandro era cocinero, y tenía el talento para cocinar la especialidad de la región, carnitas.

Bertha Solorio y su hijo Antonio preparan carnitas – platillo por el que es conocida su taquería Tacos Uruapan en Hayward.Antonio aplicó su energía de emprendedor para hacer carnitas en su casa y venderlas por libra en su camioneta a lo largo del Este de la Bahía. Cinco años más tarde Alejandro y Bertha compraron su primera lonchera para vender tacos. Antonio, a quien la sonrisa se le hace más grande cuando cuenta las historias de su papá, bromeó que el nombre de Tacos Tanguancicuaro era tan grande y que el letrero hubiera sido muy costoso, por lo que decidieron llamar a su taquería Tacos Uruapan, una ciudad más grande cercana a su pueblo natal.

En 1995, Alejandro compró la propiedad en la esquina de Huntwood Road e Industrial Parkway en donde Tacos Uruapan se ubica actualmente. Construyeron un patio y estacionaron la lonchera mientras planeaban construir un restaurante. Después de la muerte de Alejando, Bertha, Antonio y el hermano mayor, Alejandro Jr. abrieron la taquería con un menú más grande y mucho entusiasmo. “No recuerdo que alguno de nosotros se haya sentado durante ese primer año”, mencionó Antonio.

Un mes antes del primer aniversario de la apertura, la tragedia golpeó a la familia nuevamente: Alejandro Jr. murió en un accidente de motocicleta. “Éramos un muy buen equipo, era como si fuéramos un trípode”, dice Antonio. “[El trabajo] era abrumador, pero podíamos hacerlo todo porque lo hacíamos juntos”.

Este fue el mejor año en el negocio de Tacos Uruapan. Emplean a 18 personas. Bertha administra y trabaja en la cocina, y Antonio se encarga de manejar el frente del restaurante. La hija de Antonio, de 19 años, ocasionalmente ayuda en el restaurante. La obra de caridad de la familia es un programa que incentiva a los estudiantes al premiar a los niños en edad escolar con burritos gratis, el programa se lleva a cabo en seis escuelas diferentes. En cuanto a su siguiente paso, Antonio está pensando en la construcción de una tienda a un lado del restaurante. “Tiene la visión de su padre”, menciona Bertha con una sonrisa.