En Oakland iniciamos el año nuevo enmedio de una encrucijada. Cualquier medida objetiva muestra que nuestro gobierno se encuentra en crisis. Debemos reconocer claramente la gravedad de nuestra situación si es que estamos decididos a salir del precipicio en el que esta organización se encuentra.
En los meses venideros, el Alcalde y el Concilio de la Ciudad se verán forzados a tomar decisiones difíciles a fin de ubicar a nuestra ciudad de regreso en el curso correcto. Estas decisiones no serán populares para casi nadie. No serán populares entre los empleados de la ciudad, no serán populares entre los medios de comunicación y no serán populares entre el público.
Pero aquí está la verdad: En un año a partir de esta fecha, la ciudad de Oakland tendrá que ser una organización significativamente más pequeña comparada con lo que es ahora. El terrible reto para el Concilio y el Alcalde no será decidir entre los servicios que queremos y los servicios que necesitamos. No, esa sería una elección suficientemente dura. En vez de eso, nuestros creadores de políticas electos se verán forzados a decidir entre aquello que necesitamos y aquello que es esencial para que la ciudad sobreviva intacta y se recupere.
Este gobierno tendrá que decidir sobre lo que más importa para el futuro de la ciudad. Desde donde estamos parados hoy, el reestablecimiento de la seguridad pública debe ser nuestra prioridad. Debemos confrontar la dolorosa realidad de que muchos buenos habitantes de Oakland viven como si estuvieran sitiados. Necesitamos más oficiales, pero no los necesitamos haciendo trabajo de escritorio que un civil podría hacer. Necesitamos más oficiales investigando y resolviendo crímenes violentos. Debemos hacer un compromiso para combatir el crimen de manera efectiva y continuar con una reforma seria del Departamento de Policía de Oakland.
Nuestro estándar como comunidad debe ser: Si cometes un acto de violencia en las calles de Oakland, te atraparán y serás llevando ante la justicia. Hasta que no podamos cumplir con ese simple estándar civilizado, Oakland continuará quedándose atrás del resto del norte de California, en la vitalidad de nuestra economía, en la efectividad de nuestras escuelas públicas y en la calidad de nuestra vida.
Todas las grandes oportunidades se presentan en las crisis, y no estamos solos en esta encrucijada. Por mucho tiempo el gobierno no ha trabajando muy bien en Sacramento y tampoco en Washington. Sin civilidad y empatía, nuestros líderes en cualquier nivel del gobierno han dejado de resolver nuestros problemas. Más que cualquier otra cosa, la avasalladora victoria del Presidente Obama representa la añoranza existente entre los estadounidenses por la unidad y la reconciliación, el deseo de un debate honesto de ideas en una democracia animada por el espíritu de cortesía – cortesía que no podemos conseguir cuando atacamos las intenciones y difamamos el carácter de la gente con la que discrepamos.
Oakland merece el tipo de gobierno civil, competente y efectivo que el Presidente Obama está tratando de traer a toda América. Aquellos de nosotros que fuimos honrados por la gente de Oakland para servir como funcionarios públicos debemos traer ese mismo cambio a nuestra ciudad. A pesar de estar frente a las crisis, permanezco optimista con respecto al futuro de nuestra ciudad. Si nuestros pensamientos son claros, tenemos un buen corazón y nuestra determinación es fuerte, podemos crear una mejor ciudad de Oakland; una grandiosa Oakland; la Oakland que Oakland debería ser.
John Russo es el Procurador de Justicia de la ciudad de Oakland.